Cada día salen a la luz nuevos casos de bullying. El acoso escolar, supone un serio problema ante el que se debe actuar, ya que su repercusión puede perjudicar enormemente la vida de todas aquellas personas que lo sufren.
Las familias que se enfrentan a un caso de acoso escolar, en muchas ocasiones se encuentran desprotegidas, indefensas, impotentes e incapaces de combatir un fenómeno cuya razón de ser, radica en motivos que se escapan a su control y que sin embargo, pueden condicionar gravemente sus vidas.
El bullying o acoso escolar, se ha convertido lamentablemente, en un fenómeno bastante frecuente en los medios de comunicación. Y por desgracia cuando algún caso de este tipo se hace público, suele ser porque, o ha tenido una consecuencia nefasta o porque ha terminado en tragedia. Desde casa, al ver estas noticias, suele ser sencillo empatizar con las víctimas, sin embargo, la empatía no es suficiente. Es necesario actuar, y esta actuación debe venir de la mano de todas aquellas personas que están en contacto con el agresor y la víctima y contemplan esta situación a diario.
Ha habido casos en los cuales, los padres de las víctimas han manifestado su disconformidad con las actuaciones del colegio ante este tipo de casos. Muchos de ellos informan de que no se les da la importancia que realmente precisan o incluso que muchos maestr@s prefieren mirar hacia otro lado y desentenderse.
En estos casos, es imprescindible diferenciar entre las peleas o discusiones esporádicas entre compañer@s de clase, derivadas de las relaciones sociales, y que hasta cierto punto pueden resultar normales, e incluso enriquecedoras en su desarrollo como personas; y aquellas otras discusiones, peleas y humillaciones constantes y continuadas que realmente atentan contra la dignidad de la persona, suponiendo un serio problema y que pueden ser claros indicadores de acoso escolar.
Agresores y víctimas
Los casos de bullying han desencadenado una serie de estudios donde se han establecido perfiles de víctimas y agresores. Así, la mayoría de ellos coinciden en describir a l@s agresores/as como niñ@s pertenecientes a entornos familiares complicados y con escasa afectividad; que suelen presentar problemas de autoestima; poca empatía, actitudes desafiantes, serios problemas de conducta; carencia de límites y normas y a menudo, tienden a ejercer la fuerza como mecanismo de control y dominio, no solo para ejercer su poder sobre los demás sino también para la consecución de sus propósitos.
Las víctimas de acoso escolar, por otra parte, suelen ser físicamente más frágiles que los anteriores, suelen mostrar pocas habilidades sociales; falta de estrategias de afrontamiento…
En cualquier caso y aunque debemos tener en cuenta las anteriores descripciones, no podemos perder de vista, que cada caso es un mundo y que evidentemente, generalizar puede no ser lo más adecuado. Por esta razón se debe estar muy atento a los posibles casos de acoso escolar y actuar con la mayor rapidez posible.
¿ Cómo actuar ante el Acoso escolar ?
Evidentemente, el colegio (maestr@s, tutores/as,director/a, psicólog@…) junto a los padres, deben aunar fuerzas para erradicar este fenómeno. Además, debemos dejar claro que si bien hay que trabajar con la víctima tratando de proporcionarle estrategias de afrontamiento, trabajando sus habilidades y resto de aspectos que pueden estar viéndose afectados por esta vivencia…; se debe trabajar igualmente con el agresor, con la finalidad de descubrir el por qué de su conducta y conseguir modificarla. Trabajar con víctima y agresor en la mayoría de los casos supone también, trabajar con sus familias, ya que en innumerables ocasiones, los problemas nacen en casa y se arrastran al aula, donde tienen su peor manifestación.
Hubo un caso de bullying en el cual el agresor se encontraba viviendo una situación familiar bastante tensa; sus padres estaban inmersos en un largo y conflictivo proceso de divorcio; le exigían obtener calificaciones muy altas, siendo bastante reprendido si no las conseguía alcanzar, lo cual repercutía directamente en su autoestima. Además, la afectividad era prácticamente inexistente en su hogar y esto derivaba en una situación frustrante para el niño, que fijó su atención en un compañero de colegio, cuyo entorno familiar se caracterizaba por la estabilidad y la armonía, y en resumidas cuentas, su situación familiar era totalmente diferente a la de él.
El niño víctima de acoso escolar en este caso, estuvo sometido a constantes humillaciones, ataques contra su persona (e incluso hacia su familia); destrucción y robo de objetos personales y en definitiva, vejaciones de todo tipo. A esta situación se sumaba el apoyo y refuerzo que el agresor obtenía de otr@s compañer@s, muchos de los cuales, después se conocío, que también estaban atravesando situaciones complicadas en sus hogares.
Lamentablemente, en este caso no se pudo intervenir con el agresor ni su familia al mostrarse reacios a reconocer el problema que estaban atravesando. Con lo cual la intervención se centró exclusivamente en el niño que estaba siendo víctima de acoso escolar y afortunadamente, se obtuvieron grandes resultados.
Apoyando a la víctima
En el caso anterior fue, y en todos los casos es clave, el apoyo familiar. La familia debe reforzar el autoestima del niño/a que está siendo víctima de acoso escolar, mostrándole su apoyo, aconsejándole y protegiéndole.
Asimismo, el colegio debe implicarse activamente, actuando ante la más mínima señal de alarma. Es cierto que una vez entran en el instituto, el tener varios profesores para las distintas materias, dificulta bastante la identificación de las señales, pero por esa razón, se debe trabajar en equipo para evitar estos casos; estableciéndose normas y límites siempre que sea necesario.
Mirar hacia otro lado, ignorar las señales de alarma o quitarle importancia a un problema tan serio como el acoso escolar, puede desencadenar en la pérdida de la vida de una persona, pues no debemos olvidar los casos de suicidio que se han dado originados por este hecho.
Igualmente, es muy aconsejable buscar ayuda psicológica al margen del colegio, con la finalidad de proporcionar estrategias de afrontamiento no sólo para el niñ@ sino también para los familiares que la mayoría de las veces se encuentran en una situación de indefensión, difícil de asimilar y afrontar.
No se debe perder de vista que l@s niñ@s de hoy, son los adultos del mañana. Si un niñ@ hoy agrede a un/a igual en el colegio, lo humilla y somete y no se hace nada para erradicar esto; probablemente mañana, manifieste esta misma conducta en una circunstancia similar.
Finalmente, concluir con una reflexión;
En el bullying no se dan distinciones de sexo, de manera que podemos encontrarnos niños y niñas tanto víctimas como agresores.
Siempre va a traer consigo dolor, sufrimiento y diversos problemas tanto físicos como psicológicos derivados de las humillaciones, agresiones, amenazas…; que de no intervenirse podrían adquirir permanencia en el tiempo, llegando a condicionar seriamente la vida de la persona sobre la que recaen.
Así que: “Ante el acoso escolar la actuación veloz debe primar”
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