Los signos de puntuación delimitan las frases y los párrafos y establecen la jerarquía sintáctica de las proposiciones, y en consecuencia dan estructura a un texto. Con estos signos se logra ordenar las ideas y jerarquizarlas según su importancia. Así mismo, se eliminan ambigüedades. Se puede decir que son los que velan por el sentido de un texto. Su correcto uso implica el dominio de la sintaxis y, por ende de la gramática de la lengua en general. Con todo, la mayoría de los escritores dudan a la hora de utilizarlos ya que se trata de un recurso bastante polémico. La abundancia o escasez de los mismos, especialmente de la coma, marcan el ritmo de la lectura: mayor cantidad, más lentitud; menor cantidad, más fluidez en el desarrollo del discurso.
La manera de encarar los signos puntuarios varía según el estilo de cada escrito. Si se recarga el texto de pausas, el lector se verá constreñido a leer de forma interrumpida , lo que puede convertir el discurso en una carrera de obstáculos. No obstante en temas de didáctica, por ejemplo, es muy aconsejable este uso, a diferencia de una puntuación suelta o funcional.
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