El 13 de noviembre del año 2002, a las 15 horas 15 minutos (hora peninsular), un petrolero monocasco procedente de San Petesburgo cargado con 77.000 toneladas de fueloil residual pesado lanzaba un 'Mayday' debido a la rotura de su estructura. En ese momento, se encontraba a 28 millas de la costa de Finisterre (A Coruña) y el nombre del buque 'Prestige' no significaba nada para la inmensa mayoría de los españoles. Tres días después, el 16 de noviembre, casi 200 kilómetros de la Costa da Morte amanecieron cubiertos por el primer baño de chapapote. Poco después, el 'Prestige' ya pertenecía al imaginario popular de todo el país.
El petrolero tenía una vía de agua y se encontraba en medio de un fuerte temporal, por lo que se iniciaron las medidas de rescate y los tripulantes fueron trasladados a Vigo y A Coruña. Los marineros aseguraron que el buque "chocó con algún objeto que abrió una vía de agua en el casco". Cuando el barco quedó a la deriva ya se observaba una gran mancha de combustible a su alrededor pero el mensaje gubernamental parecía tranquilizador y culpaba a Gibraltar por la falta de inspección del petrolero. Como parecía imposible mantenerlo a flote la decisión del Gobierno fue la de trasladarlo mar adentro para reducir los daños ecológicos y, de este modo, se situó el buque en aguas de competencia portuguesa. Más tarde se debatió sobre si el Ejecutivo acertó al dirigir el buque hacia alta mar en lugar de acercarlo a un puerto y trasvasar allí el petróleo de sus bodegas. Alejar el barco de la costa hizo pensar que los vientos y las corrientes podían llevar los vertidos hacia el interior del océano y no hacia tierra y que si se hundía, como ocurrió, gran parte del combustible quedaría almacenado en sus tanques. Pero, el hundimiento del petrolero, hecho al que el propio presidente de la Xunta, Manuel Fraga, restó importancia, se ha convertido en una gran tragedia, tanto ecológica como económica.
El presidente del Gobierno, José María Aznar, prefirió no aparecer por Galicia hasta pasado un mes de que el Prestige se hundiera y, durante su visita afirmó que no bajaba a las playas porque "no quería molestar a los que limpiaban". Antes de acudir a la costa gallega, el presidente apareció en la televisión pública donde, utilizando un tono de humildad, asumió que el Gobierno pudo "cometer equivocaciones" y "llegar tarde". También prometió, "no escatimar recursos". El Gobierno y la Xunta aprobaron destinar una serie de ayudas a más de 4.500 personas del sector pesquero gallego. Estas prestaciones en principio se esperaba que superasen sólo los cinco millones. Más tarde, el Gobierno decidió ampliar las ayudas a las personas afectadas de las Comunidades Autónomas de Asturias, Cantabria y el País Vasco. Aznar, durante su visita al litoral gallego, indicó que se destinarán 265 millones de euros de los fondos comunitarios (FEDER).
Fraga visitó la zona afectada por los vertidos ocho días después de que se iniciara el desastre y aseguró que la situación estaba bajo control. Con tono irónico, se refirió a su baño en Palomares y dijo que en esta ocasión no se metía en el mar por miedo a constiparse. También anunció que la Xunta había reservado 60 millones de euros de los presupuestos de 2003 para aminorar los daños causados por el Prestige. Asimismo, durante la primera semana de diciembre, El rey Don Juan Carlosse acercó a las playas inundadas de fuel para hacer un llamamiento: "Todos tenemos que ayudar -afirmó durante su visita- y vosotros -sugirió, refiriéndose a los periodistas- no hagáis fotos demagógicas".
Antes de hundirse, el buque fue vertiendo petróleo en las playas a medida que se abrían grietas y algunos pescadores, como los percebeiros, ya temían las consecuencias.
Según el portavoz del Bloque Nacionalista Galego (BNG) en el Congreso, Francisco Rodríguez, se calculan 126.000 afectados, sólo en el sector pesquero. Son cifras que, en el conjunto de las actividades económicas de Galicia, sobrepasan el 10% del PIB de esta comunidad. La pesca es el segundo sector exportador de Galicia y, según el portavoz de BNG, podemos hablar de 18.000 afectados. Además, según las primeras estimaciones realizadas por técnicos de diversas instituciones universitarias gallegas, la repercusión económica de la catástrofe, en el primer año, superará los 2.000 millones de euros. Pero el sector de la pesca no es el único afectado por la crisis del Prestige. Otros ámbitos económicos, como el turismo, el sector conservero o la construcción, sufrirán también las repercusiones del hundimiento del petrolero.
El Prestige terminó hecho pedazos en el fondo del Atlántico, a 133 millas del cabo de Finisterre y, aunque las cifras oficiales no fueron precisas, se deduce que el petrolero se hundió con 60.000 toneladas de fuel, de las 77.000 que transportaba en un principio. El submarino francés Nautile, batíscafo que el gobierno de nuestro país alquiló a las autoridades de París, tras sumergirse varias veces donde se hundió el Prestige, confirmó que el barco no perdía petróleo. Se pensó que las altas presiones que soportaba y la baja temperatura podrían haber logrado que el fuel se solidificase pero, poco después, se comprobó que existían grietas en la popa del petrolero por las que se podían liberar las 50.000 toneladas de combustible que todavía permanecían en los tanques del Prestige. Mariano Rajoy, coordinador del Gobierno para hacer frente a la crisis, admitió en el Congreso que de la proa del buque salían "cuatro hilillos como de plastilina". Estos hilillos de fuel se han transformado en un flujo que, diariamente, desprendía 125 toneladas de combustible. Rajoy comunicó que el petrolero hundido tiene 14 grietas en su casco que dejan escapar esa cantidad de chapapote. El comité científico del Gobierno estimó que, a la temperatura en la que se encuentraba el Prestige, el combustible podría estar saliendo a la superficie hasta el año 2006. El Gobierno acabó adjudicando al instituto francés Ifremer, propietario del submarino, la labor de sellar las grietas del buque. Por el momento, más de la mitad se han obturado con éxito. El presupuesto de este trabajo, que se espera esté acabado para finales de enero, asciende a 1,2 millones de euros. De todos modos, el barco sigue perdiendo unas ochenta toneladas de fuel al día.
La marea negra hace tiempo que dejó de ser un problema exclusivo de Galicia. Al poco tiempo de producirse el hundimiento ya se detectó una mancha de fuel a 40 millas de Tapia de Casariego (Asturias) y instituciones públicas junto a organizaciones ecologistas extremaron la vigilancia en el litoral asturiano. El fuel se extiendió por todo el mar Cantábrico, penetró en el Parque Nacional de las Islas Atlánticas (Vigo), y se detectaron manchas en las costas portuguesas y francesas.
El fuel se extendió por más del 41% de todo el litoral español. De las 1.064 playas que existen en Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco, más de 400 quedaron afectadas en mayor o menor medida por el vertido del Prestige.
Miles de voluntarios se desplazaron a la zona para recoger fuel, junto a los pescadores, con sus propios medios. Las quejas de estos colectivos, a los que se unieron las de los alcaldes de la zona, han sido constantes debido a la falta de medios. Por el contrario, Mariano Rajoy insistió en varias ocasiones en que los medios eran suficientes. Esta versión del Gobierno fue muy cuestionada ya que, tres semanas después del naufragio, las autoridades no tenían ningún plan para proteger la zona más rica en marisco de nuestro país. Durante dos meses, cientos de embarcaciones han intentado recoger con palas, cubos y remos el petróleo que había penetrado en las rías de Arousa. A pesar de que los primeros vertidos habían llegado a unos kilómetros de la ría unos diez días antes, aún no se habían instalado barreras flotantes suficientes para detener la marea negra ni se habían colocado contenedores para el fuel. Además, los voluntarios se quejaban de no poder salir al mar ya que no tenían el material necesario. Jóvenes llegados desde todos los puntos de España ayudaron a los marineros a recoger de las costas más de 100.000 toneladas de fuel y comprobaron como cada día, nuevas manchas arruinaban el trabajo realizado durante la jornada anterior.
Ya han pasado 15 años desde lo que se convirtió en una de las mayores catástrofes ambientales ocurridas en España. Afectó a 2.600 kilómetros de costa y tuvo un coste económico que rondó los 4.000 millones de euros. En las costas de Galicia las heridas parecen cerradas. El mar todo lo limpia, o al menos, lo oculta a la vista. Sin embargo, aquella marea negra tiñó para siempre el recuerdo de miles de habitantes de una de las costas más salvajes y mejor conservadas de Europa. |
«Llegaban los pescadores con chapapote hasta en la boca», recuerda un pescador de la ría de Vigo. Nadie olvida la desesperación que sufrían al ver cómo el petróleo manchaba de nuevo las playas y costas que habían sido limpiadas el día anterior. Tampoco salen del recuerdo los miles de voluntarios que acudieron desde todas partes para ayudar en lugares que ni siquiera conocían antes del desastre ecológico. El sentimiento de gratitud y las lágrimas de emoción incontrolable salen enseguida en las conversaciones de bar o en cuanto se pregunta a alguien que pasea junto a una playa cualquiera.
Los daños provocados sobre los organismos marinos fueron enormes. «Durante los años 2002 y 2003, todos los ecosistemas marinos se vieron afectados, aunque quizá el que más daños sufrió a la larga fue el ecosistema costero intermareal», reconoce Victoriano Urgorri, director de la Estación de Biología Marina de El Ferrol y uno de los miembros del Comité Científico Asesor que se creó tras el accidente. «Tuvo un efecto letal, no sólo sobre las aves que salieron en multitud de imágenes en la prensa y la televisión, sino en todos los organismos que entraron en contacto con el fuel. Cualquier animal al que alcanzaba el chapapote moría, pero también afectó a la reproducción de muchas especies»,
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