El 23 de abril se celebra en Cataluña (España) el día de Sant Jordi, una fiesta popular en la que se regalan libros y rosas, una mezcla de tradiciones y costumbres, algunas de las cuales se remontan a la Edad Media.
Sant Jordi, San Jorge en castellano, es el patrón de Cataluña desde 1456, y el de Aragón, pero también de Inglaterra, Portugal, Bulgaria, Etiopía y Georgia. Se hizo famoso en toda la Europa Medieval gracias a los milagros que de él contaba la Leyenda Aurea, un compendio de vidas de santos y mártires recogidas por el monje Jacobo de Vorágine en el siglo XIII, pero se sabe que ya era venerado cuatro siglos antes.
De la famosa gesta de San Jorge y el dragón hay tantas versiones como lugares de veneración. En Cataluña se cuenta esta leyenda de Sant Jordi:
La leyenda de Sant Jordi y el Dragón
Sant Jordi, San Jorge en castellano, es el patrón de Cataluña desde 1456, y el de Aragón, pero también de Inglaterra, Portugal, Bulgaria, Etiopía y Georgia. Se hizo famoso en toda la Europa Medieval gracias a los milagros que de él contaba la Leyenda Aurea, un compendio de vidas de santos y mártires recogidas por el monje Jacobo de Vorágine en el siglo XIII, pero se sabe que ya era venerado cuatro siglos antes.
De la famosa gesta de San Jorge y el dragón hay tantas versiones como lugares de veneración. En Cataluña se cuenta esta leyenda de Sant Jordi:
Leyenda de Sant Jordi. Ilustración de Jorge de Juan
Según la tradición, la villa de Montblanc estaba siendo aterrorizada por un colosal dragón. La bestia se había instalado a las afueras del pueblo, infectando el aire y el agua con su aliento apestoso y causando estragos entre el ganado. En su búsqueda de alimento, cada vez se aproximaba más a las murallas, por lo que los vecinos tuvieron que buscar una forma de mantenerlo apartado. Empezaron dándole de comer ovejas; cuando éstas se acabaron, siguieron con los bueyes, y luego con los caballos. Y por fin no tuvieron más remedio que sacrificar a los propios habitantes. Se metieron los nombres de todos en un puchero, también el del rey, y el de su hija la princesa, y cada día una mano inocente decidía quien moriría la mañana siguiente. Y una tarde la escogida fue la princesa. Dicen unos que el rey lloró y suplicó a sus súbditos por la vida de su hija, pero que de nada le sirvió, ya que no era el único padre desconsolado. Cuentan otros que el rey entregó a su hija con valentía y entereza. Sea como fuere, la joven salió de las murallas y se dirigió hacia su triste destino.
Cuando el terrible dragón avanzaba hacia ella, surgió entre la bruma un hermoso caballero vestido de blanco sobre un caballo blanco que arremetió contra la bestia. El animal, herido, se sometió al caballero, que le ató al cuello un extremo del cinturón de la princesa. La dama tomó el otro extremo del cinturón y, para pasmo de los pobladores de Montblanc, condujo al dragón como a un perrito hasta la puerta de la ciudad. Allí, a la vista de todos, el caballero remató a la bestia de un certero golpe de lanza. Dicen unos que el dragón se fundió y fue absorbido por la tierra. Cuentan otros que un gran charco de sangre se formó a los pies del caballero. Sea como fuere, en aquel mismo instante creció un rosal y de sus ramas brotaron rojas rosas. Jorge, o Jordi, o George, o Giorgios, que es como se llamaba el caballero, obsequió a la princesa con una de esas rosas.
Semejante gesta hizo que el santo caballero alcanzase fama y popularidad durante la Edad media, y que fuera escogido patrón de la caballería y la nobleza.
Otra versión:
La leyenda de San Jorge y el dragón
Cuenta la leyenda que, la ciudad de Silca (en la provincia de Libia), vivía aterrorizada por un gran dragón que asustaba a todos y causaba daños entre la población y los animales.
Para tranquilizarlo, los habitantes del pueblo acordaron dar al dragón una persona en sacrificio y para ello, todos los días, se realizaba un sorteo en el que salía elegida la persona que debía ser entregada al dragón.
Uno de esos días la mala suerte le tocó a la hija del rey. Era una mujer joven y bella muy admirada por los habitantes del pueblo, en especial por su padre quien se resistía a entregarla en sacrificio. Al ver el sufrimiento del rey muchos ciudadanos se ofrecieron para reemplazar a la princesa, pero el rey se negaba a que otros tuvieran que pagar por la suerte de su hija. Además, él era consciente de que su hija formaba parte del pueblo y por tanto debía seguir las normas que hasta el momento se habían pactado.
La princesa abandonó la ciudad. Caminando sin prisa en dirección hacia el gran dragón, se detenía algunos instantes para mirar hacia su pueblo con gran tristeza y resignación. De pronto, cuando menos lo esperaba, apareció un joven caballero con armadura montado sobre un caballo blanco. Al verlo, la princesa le informó de los peligros que podía sufrir estando en ese lugar, pero el caballero se negó a abandonarla y le dijo que él estaba allí para salvarla a ella y a todos los habitantes del pueblo.
Este caballero llamado Jorge, se enfrentó al dragón tan pronto como este apareció. Libraron una gran batalla hasta que el caballero le incrustó una gran lanza al dragón en el pecho. De la sangre que derramó el dragón nació un hermoso rosal que Jorge entregó a la princesa después de haber ganado la batalla.
Así nace la tradición de que, el día 23 de abril, día de San Jorge, todos los enamorados le regalen una rosa a sus novias.
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