domingo, 26 de marzo de 2017

"Los peores padres son los que se creen entrenadores, generan presión al niño"


"Los peores padres son los que se creen entrenadores, generan presión al niño"


Patricia Ramírez, psicóloga deportiva, analiza para lainformacion.com los tipos de ejemplos de padres positivos y negativos para los niños que practican un deporte.


Los mejores son los que apoyan y animan a sus hijos de forma incondicional. Los peores son los agresivos y los que creen que con sus consejos llegarán a la élite.




Una vez más, la falta de valores, respeto y educación de los padres se han convertido en el peor ejemplo posible para sus propios hijos. Quienes deberían ser su referencia y modelo a seguir en la vida han dado un ejemplo reprobable que provoca rechazo y vergüenza. Ha sucedido en Mallorca, pero en otras ocasiones ha sucedido en otros puntos de España. Los padres de infantiles de 12 y 13 años protagonizaron una batalla campal que fue grabada en vídeo y que terminó con unos en el hospital y otros en comisaría.


Patricia Ramírez es una de las más prestigiosas psicólogas deportivas en España. Ha trabajado con vestuarios de Primera como los del Mallorca o el Betis, pero también con todo tipo de deportistas de mayor o menor nivel que necesitan fortalecerse mentalmente para superar las adversidades que presenta el deporte. Sabe muy bien cómo funcionan las cabezas de los deportistas y también la de los padres que ven a sus hijos jugar al fútbol. Ha colaborado en varios proyectos de este tipo y explica a lainformacion.com cuáles deben ser las conductas a seguir por los adultos.


"El padre simplemente debe ir a ver como su hijo disfruta jugando al fútbol. Sin intervenir a nivel técnico ni táctico, animándole, dándole su apoyo y mostrando un amor incondicional. Nunca debe interferir en la labor del entrenador, ni criticar a los jugadores contrarios. Tampoco puede atacar a los jugadores de su propio equipo, algo que algunos también hacen", apunta.



"El padre simplemente debe ir a ver como su hijo disfruta jugando al fútbol. Sin intervenir a nivel técnico ni táctico".

Hay varios ejemplos de padres positivos y son los que deben abundar. Los define como "los que animan y felicitan a sus hijos sin depender del resultado o de cómo el niño juegue en el campo; los que solo les acompañan aunque no le guste el fútbol en exceso; y los que se involucran con el club, ayudando en labores económicas o de diferente índole".

El padre que se cree entrenador... ¡mal!

En todos los casos en los que el padre presiona en exceso a su hijo, incluso hasta el punto de llegar a la violencia con otros padres, el niño es el más perjudicado tanto a nivel mental y futbolístico. "Cuando un adulto está gritando desde la banda, al niño le genera presión y eso hace que en el campo termine equivocándose. En la mayoría de los casos, el problema lo tienen lo padres con las expectativas que ponen en sus hijos. Piensan que tienen capacidad para llegar a Primera, pero eso es algo realmente complicado y se frustran".

Es una figura que se conoce como la de 'el padre-entrenador' y no aporta ningún beneficio al menor. Patricia Ramírez lo define como "una persona que presiona y que da charlas a su hijo como si fuera un técnico. Llega un momento en el que el menor no sabe si debe obedecer al padre o al entrenador. El niño deja de disfrutar y se plantea hasta dejar el fútbol".

Hay casos especialmente graves en los que "el padre deja de hablar a su hijo cuando no mete un gol o que se enfada con los compañeros que juegan en vez de su hijo. Es algo muy grave que le genera un conflicto y que le puede llevar incluso a abandonar el deporte".

¿Por qué se vuelven agresivos en las gradas?

No hay un único patrón definido en un padre conflictivo cuando su hijo se calza las botas de fútbol. Patricia explica que "la razón es individual en cada uno, porque influyen muchos factores. Hay algunos padres que van a los campos a sacar toda la agresividad que acumulan en el día a día, por su ritmo de vida o por su trabajo. Otros porque no se cumplen las expectativas que ellos esperan de sus hijos. Hay casos de padres que no tienen ningún control sobre su conducta o simplemente no tienen educación. Saben que lo están haciendo mal, pero no les importa. Alguien les debe recordar que la violencia no es deporte".


Y lo más grave es que el principal protagonista no es consciente de que tiene un problema hasta que no termina en la comisaría o en el hospital. "Los padres no se dan cuenta porque no quieren darse cuenta. Están muy cómodos en su zona confortable y no se mueven de ahí. Es difícil que vaya a cambiar alguien que no se da cuenta que se está equivocando. El club es el que debe tomar medidas cuando alguien infringe una ley. No deben dejarle acudir a los partidos ni a los entrenamientos antes de que ocurra algo grave".

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